El sentido del gusto en la cata de vinos

Parte 2_

En el blog anterior dejamos pendiente hablar del sentido del gusto y quiero lanzarte una pregunta:


¿Realmente conocemos nuestro paladar?

A través de nuestros receptores gustativos somos capaces de apreciar las distintas características de esta bebida fascinante. 

El gusto nos permite detectar sabores dulces, ácidos, amargos y salados, y en el caso del vino, identificar matices y complejidades que hacen que cada experiencia sea irrepetible.

Umami: el “quinto sabor”

Más allá de los sabores básicos, aparece el umami. Descubierto en Japón en 1908, su traducción literal es “sabroso”. 

Algunos lo relacionan con el glutamato monosódico (GMS), otros defienden que es un potenciador natural que envuelve y prolonga los demás sabores.

Si quieres hacer la prueba, mete un champiñón un minuto al microondas y luego cómelo: ese regusto intenso es umami. 

Tal vez te recuerde a platos de la cocina asiática, como la soja o ciertos caldos.

En Lavetonia exploramos este mundo también con nuestras catas de sake (aquí te dejo el enlace), donde el umami cobra un protagonismo delicioso.

Del gusto básico a la complejidad del vino

El sentido del gusto no se limita a lo dulce o lo amargo. En una cata distinguimos:

  • Sabores secundarios: los que surgen durante la fermentación y crianza (vainilla, mantequilla, notas de madera).
  • Sabores terciarios: los que se desarrollan con el tiempo (cuero, tabaco, frutos secos).

Un buen vino busca el equilibrio: armonía entre acidez, dulzor y amargura, con intensidades que pueden ir de lo más delicado a lo más robusto.

Incluso el origen se delata en boca: un toque salino suele indicar cercanía al mar o al río, mientras que un exceso de tanino (esa sequedad en las encías parecida al té negro) delata zonas más cálidas.

Maridaje: el juego entre vino y comida

El maridaje no es solo la norma de “pescado con blanco y carne con tinto”. Hay factores clave que influyen:

  • El dulzor y el umami hacen que los vinos se sientan más ácidos, amargos o astringentes.
  • La sal y la acidez suavizan esas sensaciones y redondean el vino.

Recuerda: la comida tiene mayor impacto en el sabor del vino que al revés, y muchas veces ese impacto puede ser negativo si no se tiene en cuenta.

Breve repaso de una cata de vinos

Con la copa en mano (mejor menos de 125 ml):

  1. Observamos el color.
  2. Olemos sin agitar para captar los primeros aromas.
  3. Agitamos y olemos de nuevo para abrir el abanico aromático.
  4. Probamos un sorbo, lo expandimos en boca y dejamos que el retrogusto conecte con la nariz.
  5. Escuchamos el brindis: ese sonido mágico que también forma parte de la experiencia.

Factores clave:

  • Temperatura: tintos con cuerpo entre 15–18 °C; blancos medios entre 7–10 °C.
  • Cristalería: la copa adecuada es imprescindible para realzar aromas y sabores.

Una invitación al gusto en Salamanca

El sentido del gusto es esencial en la cata de vinos: nos permite explorar, comparar y disfrutar la personalidad de cada botella. Cada sorbo nos habla de historia, origen y carácter.

Así que la próxima vez que te encuentres frente a un vino, recuerda darle protagonismo al gusto y dejarte llevar por todo lo que tiene para ofrecer.

Y si el vino es de Salamanca, mejor aún. Te espero en una cata de vinos de Lavetonia en Salamanca para brindar juntos y descubrir la ciudad desde otra perspectiva.

Y un consejo final: entre vino y vino, ¡toma manzana, no pan! 🍏 

Hago un llamamiento a todas las catas: menos picos de pan y más alternativas frescas que limpian el paladar.

“No leas sobre el vino… vívelo. Únete a una cata clandestina en Salamanca y saborea la ciudad como nunca antes.”

hola@lavetonia.com 

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